domingo, 22 de junio de 2008

SAN PABLO

SAN PABLO

La primera vez que este hombre es mencionado en la Biblia aparece con el nombre de Saulo en el capítulo 7 del libro de los Hechos de los Apóstoles, exactamente en el lugar y hora cuando Esteban, el primer mártir de la Iglesia está siendo apedreado por dar testimonio de Jesús: “Y ECHÁNDOLE FUERA DE LA CIUDAD, LE APEDREARON; Y LOS TESTIGOS PUSIERON SUS ROPAS A LOS PIES DE UN JÓVEN LLAMADO SAULO. Y APEDREABAN A ESTEBAN, MIENTRAS EL INVOCABA Y DECÍA: SEÑOR JESÚS, RECIBE MI ESPÍRITU. Y PUESTO DE RODILLAS CLAMÓ A GRAN VOZ: SEÑOR, NO LES TOMES EN CUENTA ESTE PECADO. Y HABIENDO DICHO ESTO, DURMIÓ. Y SAULO CONSENTÍA EN SU MUERTE. EN AQUEL DIA HUBO UNA GRAN PERSECUCIÓN CONTRA LA IGLESIA QUE ESTABA EN JERUSALÉN; Y TODOS FUERON ESPARCIDOS POR LAS TIERRAS DE JUDEA Y DE SAMARIA, SALVO LOS APOSTOLES. Y HOMBRES PIADOSOS LLEVARON A ENTERRAR A ESTEBAN, E HICIERON GRAN LLANTO SOBRE ÉL. Y SAULO ASOLABA LA IGLESIA, Y ENTRANDO CASA POR CASA, ARRASTRABA A HOMBRES Y MUJERES, Y LOS ENTREGABA EN LA CÁRCEL”. (Hechos 7:58-8:3).

Saulo fue testigo de la muerte de un hombre que creía en Jesucristo como Señor y Dios. Ahí estaba él, Saulo, cuando Esteban invocó y dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Oyó también cuando Esteban volvió a decir: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Saulo vio a Esteban exhalar su último suspiro, pero a él eso no le importó mucho porque él “consentía en su muerte”. Después de la muerte de Esteban, Saulo siguió con su tarea de perseguir a la Iglesia, sacando de sus casas a los creyentes y llevándolos a la cárcel.
Con gran violencia, Saulo sacaba arrastrando de sus casas a quienes se atrevieran a confesar el nombre de Jesucristo; él mismo lo menciona en Hechos 22:4-5: “PERSEGUÍA YO ESTE CAMINO HASTA LA MUERTE, PRENDIENDO Y ENTREGANDO EN CÁRCELES A HOMBRES Y MUJERES; COMO EL SUMO SACERDOTE TAMBIEN ME ES TESTIGO, Y TODOS LOS ANCIANOS, DE QUIENES TAMBIEN RECIBÍ CARTAS PARA LOS HERMANOS, Y FUI A DAMASCO PARA TRAER PRESOS A JERUSALÉN TAMBIÉN A LOS QUE ESTUVIESEN ALLÍ, PARA QUE FUESEN CASTIGADOS”.

El mismo Saulo declara lo que sentía en su corazón y porque perseguía a la Iglesia: “YO CIERTAMENTE HABIA CREIDO MI DEBER HACER MUCHAS COSAS CONTRA EL NOMBRE DE JESUS DE NAZARET; LO CUAL TAMBIEN HICE EN JERUSALEN. YO ENCERRÉ EN CÁRCELES A MUCHOS DE LOS SANTOS, HABIENDO RECIBIDO PODERES DE LOS PRINCIPALES SACERDOTES; Y CUANDO LOS MATARON, YO DI MI VOTO. Y MUCHAS VECES, CASTIGÁNDOLOS EN TODAS LAS SINAGOGAS, LOS FORCÉ A BLASFEMAR; Y ENFURECIDO SOBRE MANERA CONTRA ELLOS, LOS PERSEGUÍ HASTA EN LAS CIUDADES EXTRANJERAS”.
(Hechos 26:9-11).

Pablo perseguía a la Iglesia porque creía que era su deber “hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús”. Confiesa que sentía un odio muy grande en contra de los discípulos de Jesús: “enfurecido sobremanera contra ellos”, los forzaba a blasfemar y los perseguía hasta en las ciudades extranjeras. Se nota por lo que él mismo dice que estaba lleno de odio, y cada golpe que daba, lo daba con odio indescriptible, sin remordimiento, pues creía que estaba cumpliendo su deber y, además, había recibido poderes de los principales sacerdotes para hacerlo. Matar, golpear, que importaba, podía hacerlo, tenía el poder, y tenía el odio suficiente para no detenerse. A Timoteo le escribe en su primera carta: “DOY GRACIAS AL QUE ME FORTALECIÓ, A CRISTO JESUS NUESTRO SEÑOR, PORQUE ME TUVO POR FIEL, PONIÉNDOME EN EL MINISTERIO, HABIENDO YO SIDO ANTES BLASFEMO, PERSEGUIDOR E INJURIADOR; MAS FUI RECIBIDO A MISERICORDIA POR QUE LO HICE EN IGNORANCIA, EN INCREDULIDAD”. (I Timoteo 1:12-13). Él mismo reconoce aquí haber sido: Blasfemo, perseguidor e injuriador; aclara, sin embargo que lo hizo por ignorancia, en incredulidad. A los Gálatas les dice refiriéndose a su conducta anterior: “PORQUE YA HABEIS OIDO ACERCA DE MI CONDUCTA EN OTRO TIEMPO EN EL JUDAISMO, QUE PERSEGUÍA SOBREMANERA A LA IGLESIA DE DIOS, Y LA ASOLABA; Y EN EL JUDAISMO AVENTAJABA A MUCHOS DE MIS CONTEMPORÁNEOS EN MI NACION, SIENDO MUCHO MÁS CELOSO DE LAS TRADICIONES DE MIS PADRES”. (Gálatas 1:13-14). Aquí vemos a un Pablo, celosos de las tradiciones de sus padres, o sea un tradicionalista. Aventajaba a muchos de sus contemporáneos en el judaísmo y era celoso de las tradiciones de sus padres; tal celo le hacía creer que era su deber hacer muchas cosas en contra del nombre de Jesucristo de Nazaret.

“SAULO, RESPIRANDO AUN AMENAZAS Y MUERTE CONTRA LOS DISCÍPULOS DEL SEÑOR, VINO AL SUMO SACERDOTE, Y LE PIDIÓ CARTAS PARA LAS SINAGOGAS DE DAMASCO, A FIN DE QUE SI HALLASE ALGUNOS HOMBRES Y MUJERES DE ESTE CAMINO, LOS TRAJESE PRESOS A JERUSALEN”. (Hechos 9:1).

Muy grande debía ser el odio que Saulo, posteriormente llamado Pablo, sentía por la Iglesia de Jesucristo pues aún a lugares lejanos iba a perseguir a los discípulos de Jesús. En esta ocasión se dirigía a Damasco a cumplir su propósito; ciudad a la cual no pudo llegar sin antes tener un encuentro con el dueño de la Iglesia. La Biblia nos dice que: “ MAS YENDO POR EL CAMINO, ACONTECIO QUE AL LLEGAR CERCA DE DAMASCO, REPENTINAMENTE LE RODEO UN RESPLANDOR DE LUZ DEL CIELO; Y CAYENDO EN TIERRA, OYO UNA VOZ QUE LE DECIA: SAULO, SAULO, ¿POR QUÉ ME PERSIGUES?”. (Hechos 9:3-4. Jesús nunca permitirá que seamos perseguidos más de lo necesario; tarde o temprano pondrá el alto a nuestros perseguidores. Había llegado el momento de decirle a Pablo: ¡basta! Al ver el resplandor que lo rodeó, cayó a tierra y, ahí postrado en tierra oyó la voz del Rey de reyes y Señor de señores llamándole por su nombre e inquiriendo: “¿POR QUÉ ME PERSIGUES?”. “EL DIJO: ¿QUIÉN ERES, SEÑOR? Y LE DIJO: YO SOY JESUS, A QUIEN TU PERSIGUES; DURA COSA TE ES DAR COCES CONTRA EL AGUIJON”. Sin duda que Pablo se sorprende ante la respuesta pues el sabía que a quien estaba persiguiendo era a unos hombres y mujeres que creían en Jesús, ahora, sin embargo, oía la voz de alguien que le preguntaba la razón por la cual lo perseguía. Pablo no contestó la pregunta que Jesús le hizo, sino que: “EL, TEMBLANDO Y TEMEROSO, DIJO: SEÑOR, ¿QUÉ QUIERES QUE YO HAGA? Y EL SEÑOR LE DIJO: LEVANTATE Y ENTRA EN LA CIUDAD, Y SE TE DIRÁ LO QUE DEBES HACER”. (Hechos 9:6)

¿QUÉ QUIERES QUE YO HAGA? Indica que Saulo ha cambiado de idea, quizá le caló profundo lo que oyó de boca del Señor Jesús: “DURA COSA TE ES DAR COCES CONTRA EL AGUIJÓN”. Cada golpe que propinamos a un aguijón es una herida más que hacemos a nuestro cuerpo, de ahí que no convenga ir pateando aguijones. Buena decisión la de Saulo de preguntar: “QUÉ QUIERES QUE YO HAGA”. Es mejor rendirse ante un poder superior y rescatar algo y no perderlo todo. Rendirse a Cristo siempre será perder nada y ganarlo todo. Es mucho lo que ganamos rindiéndonos a Jesús. ¡¡¡Rindámonos a Jesús!!! Al igual que Saulo, digamos: “QUÉ QUIERES QUE YO HAGA”.

“ENTONCES SAULO SE LEVANTÓ DE TIERRA, Y ABRIENDO LOS OJOS NO VEÍA A NADIE; ASI QUE, LLEVANDOLE POR LA MANO, LE METIERON EN DAMASCO, DONDE ESTUVO TRES DÍAS SIN VER, Y NO COMIÓ NI BEBIÓ” (Hechos 9:8-9).
Tres días sin ver, sin comer y sin beber, bien le sirvieron a Saulo para reflexionar en lo que había hecho en contra de la iglesia del Señor Jesús. Podemos ser muy duros y en algún momento tratar con crueldad a nuestros semejantes, pero en momentos de enfermedad o gran aflicción volvemos la mirada atrás y hacemos una evaluación de nuestras acciones pasadas y hasta pensamos que ellas podrían ser causa de nuestras aflicciones presentes, no sabiendo que tales aflicciones al final sirven para buscar refugio en aquel quien es el único que nos puede consolar y sanar.
Hasta la casa de Judas, que era el hogar en donde Saulo se encontraba ocupado en sus reflexiones y oraciones, Jesús envió a un discípulo llamado Ananías a fin de que pusiera las manos sobre Saulo, para que éste recibiera la vista. Al principio parece que Ananías no estaba muy convencido de que ir hasta donde se encontraba Saulo fuera la mejor opción, pues empieza a argumentar con el Señor Jesús, diciendo: “…SEÑOR, HE OIDO DE MUCHOS ACERCA DE ESTE HOMBRE, CUANTOS MALES HA HECHO A TUS SANTOS EN JERUSALEN; Y AUN AQUÍ TIENE AUTORIDAD DE LOS PRINCIPALES SACERDOTES PARA PRENDER A TODOS LOS QUE INVOCAN TU NOMBRE”. (Hechos 9:13-14). Por lo expuesto por Ananías se ve que Saulo era bien conocido por sus malas acciones en contra de los santos de Jesús y es muy razonable que sintiera temor de acercarse a él. El Señor Jesús convence a Ananías diciéndole: “VE, PORQUE INSTRUMENTO ESCOGIDO ME ES ÉSTE, PARA LLEVAR MI NOMBRE EN PRESENCIA DE LOS GENTILES, Y DE REYES, Y DE LOS HIJOS DE ISRAEL; PORQUE YO LE MOSTRARÉ CUANTO LE ES NECESARIO PADECER POR MI NOMBRE”. (Hechos 9:15-16). Ya convencido, Ananías llegó hasta donde se encontraba Saulo, puso las manos sobre él, y le dijo: “HERMANO SAULO, EL SEÑOR JESÚS, QUE SE TE APARECIÓ EN EL CAMINO POR DONDE VENÍAS, ME HA ENVIADO PARA QUE RECIBAS LA VISTA Y SEAS LLENO DEL ESPÍRITU SANTO”. (Hechos 9:17). Al instante, nos dice la Escritura, Saulo recibió la vista; se levantó y se bautizó. Jesús le dijo a Ananías que Saulo recobraría la vista y fue así como sucedió, porque la palabra que Dios habla, tiene cumplimiento, y Jesús es Dios. Podemos confiar en Jesús ya que toda palabra que él diga, siempre se cumplirá. Cuando Jesús promete algo, siempre se cumple, porque él no es mentiroso.
Después de recobrar la vista, Saulo se levanta, se bautiza, come, recupera sus fuerzas y se queda algunos días con los discípulos que se encuentran en la ciudad de Damasco, conviviendo con los hermanos y quizá, ahora, reflexionando en su nueva vida; ¿por qué no pensar que fue aquí, en este lugar y en este momento de su vida cuando acuñó la famosa frase que leemos en 2 Corintios 5:17: “DE MODO QUE SI ALGUNO ESTÁ EN CRISTO, NUEVA CRIATURA ES; LAS COSAS VIEJAS PASARON; HE AQUÍ TODAS SON HECHAS NUEVAS”? Ahora es una nueva criatura, ha nacido de nuevo, ahora es hijo de Dios por la fe en Cristo; ahora ya convive con aquellos a quienes antes perseguía, y pronto, él mismo se encontrará en el lugar de los perseguidos y se cumplirá en su vida lo que Jesús le dijo a Ananías acerca de él: “PORQUE YO LE MOSTRARÉ CUÁNTO LE ES NECESARIO PADECER POR MI NOMBRE”.










SAULO EMPIEZA A PREDICAR EN DAMASCO.










Después de recuperarse de los acontecimientos ocurridos en el camino a Damasco, Saulo empieza a predicar a Cristo en las sinagogas. Por lo que dice Hechos 9:20, el tema principal de su prédica es que Cristo "ERA EL HIJO DE DIOS".